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Partida física del Padre César A. Dávila G.

“Hermano querido, escucha bien: No hay muerte, la muerte no existe. La muerte que nosotros llamamos desintegración, destrucción, desaparición, no es sino un cambio.Hay una vida latente en ti, en mí, en todos los seres, absolutamente. Pero hay otra Vida más clara, más patente, más pura: esa Vida es la propia Divina Esencia.”

P. César A. Dávila G.

Cada 2 de junio tiene especial significado para los discípulos del Padre César Dávila, quien a la edad de 89 años y habiendo terminado su misión en esta tierra, dejó el templo del perentorio cuerpo físico para dar el paso hacia la Eternidad y abrazarse con la Muerte, a la que llamó: Hermana y Maestra… Ganancia… Paso hacia Dios.

Su partida de este plano se conmemora cada año con una intensa jornada de meditación en los Centros de AEA y de manera especial, en la Capilla de AEA en Quito, donde fue su voluntad que reposen sus restos.

Del Padre César Dávila se ha dicho, con toda propiedad: “Fue un yogui en la vida y en la muerte.”

Los discípulos de entonces y aquellos que han llegado después de su desaparición física, se sintonizan con la presencia siempre viva y actual del querido Gurú, quien a su paso por este mundo vivió como un verdadero hijo de Dios y amoroso guía para sus hermanos.

“No penséis que los Maestros, cuando han dejado este plano han muerto.  Decir que el Maestro sigue cuidando de sus discípulos, de su chela, sólo mientras vive es una tamaña equivocación.  Todos los Maestros viven y actúan en los planos en que se requiere su presencia.  Decir que sólo vive un Maestro cuando está en el plano físico es un error, -aunque es dura esta palabra. Están vivos todos los Maestros.”

P. César A. Dávila G.

 

Su gran secreto fue la Meditación, como la enseñó Cristo y la practican los maestros espirituales de Oriente.

“Hay que darle más tiempo a la Meditación que a cualquier otro sendero de la Yoga, si queremos llegar a Dios.”

P. César A. Dávila G.

De su libro Mi Hermana la Muerte y el Más Allá:

Todos los que por la meditación, adquieren el hábito de sintonizarse con Dios durante su vida, tendrán también su Mahasamadhi, en proporción a su fidelidad en saber abrir diariamente con las llaves de la meditación, las puertas del reino que cada uno lleva dentro de sí.  Esta experiencia final que cierra el episodio de la vida presente, es la liberación consciente, voluntaria, querida. Liberación que no es sino la entrada en el terno descanso, en la paz verdadera, en el gozo sempiterno.

¿Quién no desearía que aquel momento incierto y a veces tan temido para la gran mayoría de los hombres que se llama agonía… sea un momento de gozo, de paz, de bienaventuranza? Todos podemos tener ese estado de conciencia, a cambio de nuestra perseverante búsqueda de quien es la Suprema Felicidad, mediante la meditación asidua.  Esto no es una simple teoría sino la realidad. Si tú quieres puedes hacer la prueba.”

P. César A Dávila G.

P. Dávila (Juan Pablo II)