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Meditación y Yoga

La YOGA es una ciencia sagrada, cuyo carácter universal trasciende razas, edades, culturas y sistemas de creencias. Quien busca la realización espiritual a través de estas técnicas milenarias que abarcan el desarrollo físico, mental y espiritual, profundiza incluso en su religión propia.

El Cristianismo y la Meditación Yoga se asemejan, entre la tradición contemplativa de las primeras comunidades que siguieron el modo silente de orar enseñado por Jesús para dirigirse al Padre y los métodos y mística del devoto oriental.

Más aún, la oración jaculatoria llamada la Oración del Corazón, practicada por los Padres de la Iglesia Primitiva, puede ser comparada con la Meditación Mántrica practicada por los yoguis.

Ambas tradiciones aconsejan una postura de quietud y sincronizan la respiración con la repetición de una o más palabras sagradas. Mantras o jaculatorias, tales como ABBA, Jesús y Amén (para el caso del contemplativo cristiano) y OM, entre otros vocablos sagrados de alto poder espiritual (para el meditador yogui).

Siendo así, Yoga y Cristianismo no son sendas antagónicas, sino fuentes vivas que convergen en el oceáno infinito de la Divinidad, allí donde el Espíritu se expresa y manifiesta a plenitud, más allá de dogmas y ritos.

El CRISTIANISMO provee la fe, la participación en la divina Eucaristía, la adhesión al Verbo Encarnado y su doctrina. La YOGA aporta  la concepción de sus místicos y filósofos para la unión con lo Divino. Es la disciplina que acondiciona con eficacia los vehículos cuerpo y mente. Pero, sobre todo, es la ciencia que ofrece el método práctico de la Meditación como senda para que el ser interior (espíritu) descubra y viva a Dios como una realidad.

Abierta a personas de todas las creencias, AEA ofrece la visión de un Cristianismo cósmico, de una espiritualidad pura basada en el evangelio del Amor.

En sintonía con la Declaración Conciliar Nostra Aetate, AEA acoge como santos, buenos y verdaderos los valores espirituales contenidos en las otras grandes religiones, especialmente en el Hinduismo, cuna de la tradición Yoga y sus distintas ramas.

 

Para que el cristianismo vuelva a ser el fermento de la verdadera vida cristiana, debe volver a los primitivos cauces de la Meditación u Oración Contemplativa que practicaron nuestros místicos de la Primitiva Iglesia Oriental.

Esta mística ha permanecido en contacto -como dice Teilhard de Chardin en su obra Las Direcciones del Porvenir- con aquel “ciclón místico de las llanuras del Ganges…. de la mitad más bella de la Humanidad: La India”.

(P. César A. Dávila G.)

P. Dávila (Juan Pablo II)